Proactividad: no solo una simple habilidad

En el mundo empresarial, cada vez se oye hablar más de habilidades blandas y duras, una combinación de habilidades esenciales para comenzar una carrera profesional de éxito. Las  habilidades blandas se consideran ahora conocimientos y actitudes estratégicos para iniciar una carrera exitosa, ahora tan importantes como las habilidades técnicas, cuantificables y objetivamente medibles.

Si las habilidades duras se adquieren durante los estudios y se profundizan, mejorándolas, durante el trabajo, las habilidades blandas se refieren al ámbito estrechamente relacionado con la personalidad, las actitudes, los estilos de comunicación y el conjunto de habilidades empáticas y expresivas que son instrínsecas a cada persona. En el mercado laboral, entre las habilidades más demandadas está la proactividad.

Con respecto al espíritu empresarial, el marco Entrecomp retoma el tema de la proactividad dentro de las competencias relacionadas con la acción y la iniciativa explicitando el concepto en tres puntos específicos:

  • Iniciar procesos que creen valor;
  • Afrontar retos;
  • Actuar y trabajar de forma independiente para alcanzar objetivos, mantenerse fiel a las intenciones y llevar a cabo las tareas previstas.

¿Qué es la proactividad? 

Podemos definir la proactividad como la capacidad de actuar de forma independiente en el ámbito de las propias responsabilidades y tareas, trabajando personalmente para obtener las informaciones necesarias y anticipándose a posibles problemas futuros.

Cómo se reconoce a una persona proactiva?

  • Actúa activamente en las situaciones, identificando posibilidades y oportunidades en el contexto;
  • Se compromete en la realización de sus propias actividades;
  • Propone espontáneamente ideas, observaciones, interpretaciones, soluciones;
  • Piensa con originalidad;
  • Es consciente de las responsabilidades del propio papel y trabaja para comprender y gestionar cualquier matiz y límite del mismo;
  • Es curioso, busca aclaraciones y hace preguntas;
  • Trabaja no solo en las contingencias actuales, sino también en relación con las contingencias futuras;
  • Está en constante búsqueda de estímulos y oportunidades de mejoramiento para sí misma y para su trabajo.

¿Qué hacer para mejorar la proactividad?

Poner en práctica esta habilidad blanda en particular no es fácil, ya que se trata de un modo de enfoque, una actitud ante las cosas que requiere cierto esfuerzo que no es precisamente inmediato ni connatural a cada individuo. Sin embargo, hay pequeños detalles a los que se puede prestar atención para mejorar la proactividad.  Por ejemplo, darle espacio adecuado a la reflexión, pensar en las cuestiones críticas que pueden surgir o en los imprevistos que pueden interferir en una nueva situación y estudiar los movimientos convenientes para evitarlos, para tomarlos de la mejor manera posible, para estar preparados para reaccionar y así prevenirlos. De igual modo, uno podría aprender a acostumbrarse más en la gestión y resolución de problemas y en la asunción de riesgos entrenándose en una planificación periódica más detallada y en la evaluación de su trabajo estableciendo objetivos y prioridades.

Por último, ser proactivo también significa asumir tareas que no superen las propias capacidades o funciones: una persona proactiva no sufre pasivamente la iniciativa de los demás y no espera a que otros decidan o actúen antes que él o en su lugar.

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